martes, 3 de marzo de 2009

Via Crucis Virgen de Medjugorje

EN EL NOMBRE DEL PADRE DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO

ORACION INTRODUCTORIA: Jesús, tu Madre nos ha exhortado a mediar ´Tu pasión y Tu muerte, para honrar Tu Cruz. Estoy dispuesto a seguirte con María por el camino al Calvario, con el mismo amor con el que Ella te acompañó. Deseo cargar mi cruz, como Tu lo hiciste con la Tuya. Quiero aprender Contigo a ayudar a otros a cargar sus cruces y a levantarlos después de cada caída.

María, comienzo ahora a seguir Contigo a Jesús, por el camino al Calvario, lo hago cargando mi propia cruz, la de mi familia, la de la iglesia y la del mundo entero. Quiero prestar mi hombro para apoyar cada cruz y ayudarlos a todos. Tu has dicho a los miembros de la comunidad parroquial de Medjugorje:
"TODOS USTEDES, LOS FIELES DE ESTA PARROQUIA, DEBEN CARGAR UNA CRUZ MUY GRANDE Y PESADA. ¡PERO NO TEMAN! MI HIJO JESUS ESTA AQUI CON USTEDES, PARA AYUDARLOS A HACERLO"...

Estoy seguro, que pronunciaste estas palabras, con el fin de alentarme a mí. Gracias Madre mía. Amén.

LA AGONIA EN EL HUERTO.
Jesús está orando en el Huerto de Getsemaní.

¡Te adoramos Cristo y Te bendecimos!
¡Porque con Tu Santa Cruz redimiste al mundo!
Padre Celestial, Tú nos enviaste a Tu Hijo para salvar al mundo. Gracias por pensar en nosotros y gracias por cuidarnos con tanto amor. Con la vida, los sufrimientos y la muerte de Tu Hijo en la Cruz, Tú nos abriste la puerta hacia una vida nueva y cancelaste nuestra deuda Contigo. Gracias Padre.
Gracias Jesús, gracias por aceptar en obediencia la voluntad de nuestro Padre.

Ahora Jesús, quisiera acompañarte en el Huerto de Getsemaní. Oraste solo. Habías pedido a los apóstoles que oraran y permanecieran despiertos, pero ellos se dejaron vencer por el sueño. Tú los comprendiste, no los condenaste. Tú dijiste, “...el espíritu está pronto, pero la carne es débil”. María, Tu Madre, no estaba Contigo. De haber estado ahí. Ella no habría dormido. María habría permanecido despierta junto a Ti. Su amor no la hubiera dejado dormir. Mientras que Tú sudabas sangre y sufrías en tu oración . Jesús, aún cuando fuiste abandonado por los demás. Tu continuaste orando a Tu Padre y le pediste ser liberado de las torturas, de los sufrimientos, del amargo cáliz. Gracias por tu fortaleza, de la cual nacieron estas palabras: “Padre hágase Tu voluntad”. Fue en ese momento que el ángel vino a consolarte y a renovarte. Había comenzado Tu sufrimiento y Tú lo aceptaste. Seguramente recordaste las palabras que Tu Madre pronunció en el momento de Tú concepción: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según Tu palabra”.
Oh Jesús, cuanto lamento que los apóstoles se dejaran vencer por el sueño, que su carne fuera tan débil. Cuanto lamento que María no estuviera Contigo. Es por eso que te estoy tanto más agradecido por ese amor infinito que nos mostraste.

Perdóname Señor, porque tantas veces yo también debí haberme repetido: “Ora, no te dejes vencer por el sueño, no te quedes dormido. Ora para que tu voluntad no sea tentada”. Tantas veces he escuchado Tus palabras tan solo en sueños, quedando expuesto a las tentaciones. Perdóname Señor, de ahora en adelante deseo velar Contigo.

(Permanece en silencio y repite para ti estas palabras en tú corazón: “Padre hágase Tu voluntad”. Después de una pausa continúa orando)
todos los que, a pesar de las dificultades, están dispuestos a cumplir con la voluntad de Nuestro Padre. Te ruego por aquellos de tus discípulos que duermen y sueñan quimeras y has sido arrastrados por el pecado. Te ruego por los enfermos, por los que se sienten solos y por los que son perseguidos, por todos los que en estos momentos libran la batalla de la agonía y están por morir. A nombre de todos ellos te digo: “Padre hágase Tu voluntad”.
(permanece orando en silencio y después de una pausa continúa orando).

Oh Jesús, Judas llegó y Te traicionó en el Huerto de Getsemaní. Te traicionó con el beso de un amigo. ¡Cuán doloroso debió de ser esto para Ti! Los que habían querido estar Contigo se quedaron dormidos y aquel que Te traicionó no durmió, se mantuvo despierto. Lamento que esto tuviera que ser así. Perdona aquellos que duermen Señor, que no intentan cambiar y persisten en sus traiciones. Te doy gracias Jesús, porque Tú perdonaste a los que Te traicionaron al decidirse en contra Tuya. Perdóname también a mí Señor, perdónanos a todos los besos con los que hemos traicionado, por cada una de las palabras que hemos pronunciado sin sinceridad.

Jesús, con todo mi corazón y con toda mi alma quiero permanecer despierto para seguirte en Tú camino. Hágase Tu voluntad. Amén.

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